La salamandra común en el Valle de Benasque


Durante una visita al Valle de Benasque, en pleno Pirineo aragonés, nos encontramos en varias ocasiones con la salamandra común (Salamandra salamandra), un anfibio de la familia de los urodelos, es decir, aquellos que conservan la cola durante toda su vida.

Este curioso animal prefiere los ambientes húmedos, sombríos y con abundantes precipitaciones, condiciones muy presentes en los bosques y senderos de la zona. Su presencia es un claro indicador de la buena salud ecológica del entorno.

La salamandra común destaca por su inconfundible coloración: manchas amarillas sobre fondo negro, un patrón que actúa como advertencia frente a posibles depredadores. Durante mucho tiempo se creyó que era venenosa para el ser humano, ya que segrega una sustancia blanca irritante si entra en contacto con los ojos o la boca. Sin embargo, esta secreción solo sirve como mecanismo defensivo y no representa peligro real para las personas.

La primera vez que la observamos fue en la pista que sube hacia el Hospital de Benasque, aprovechando la humedad del camino tras una ligera lluvia.

Desde la antigüedad, la salamandra ha estado rodeada de leyendas. Se decía que nacía del fuego y era capaz de vivir en las llamas, motivo por el cual en inglés se la conoce como fire salamander. En la Edad Media fue considerada una criatura mítica, al nivel del unicornio o el dragón, símbolo de resistencia y misterio.

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