El Forau de Aigualluts: descubre el misterio geológico de este rincón del Pirineo Aragonés
En el corazón del Parque Natural Posets-Maladeta, la naturaleza nos regala un espectáculo geológico único: el Forau de Aigualluts. Mucho más que un simple sumidero, esta sima es el inicio de un fascinante viaje subterráneo que reescribe el destino de las aguas del Pirineo Aragonés. Si buscas una ruta que te sorprenda con un fenómeno natural asombroso, el camino hasta el Forau es tu próxima aventura.
A diferencia de otras aguas de la zona, que terminan su recorrido en el mar Mediterráneo, las aguas del Forau se dirigen, de manera inesperada, hacia el océano Atlántico. ¿Estás listo para descubrir este misterio geológico?
De La Besurta al misterio de la montaña
El punto de partida de nuestra ruta es La Besurta, a la que se accede en autobús desde el aparcamiento de Los Llanos del Hospital de Benasque en temporada alta. Justo al llegar, cruza el río Ésera y encontrarás una senda que se divide casi de inmediato.La opción de la derecha te llevaría al refugio de la Renclusa, pero nuestro destino, el Forau de Aigualluts, se encuentra de frente. El camino está bien señalizado y es un paseo agradable, perfecto para todos los públicos.
Un fenómeno natural asombroso
El Forau de Aigualluts es una cueva subterránea cuyo techo se ha derrumbado debido a la erosión del agua. Esta entrada es parte de un complejo sistema kárstico que se encuentra a 2.074 metros de altitud, en la cabecera del río Ésera.Lo más fascinante de este lugar es lo que ocurre bajo la tierra. El agua que se precipita por la sima no vuelve a ver la luz del día en el mismo valle. En cambio, reaparece 3,6 kilómetros más adelante, en el Valle de Arán, a 1.658 metros de altitud. Estas aguas se unen al río Garona y, finalmente, desembocan en el océano Atlántico, en un viaje que desafía la geografía.
La belleza del Forau radica no solo en su impresionante formación, sino también en su historia oculta. Es un lugar donde la fuerza de la naturaleza se manifiesta de una manera espectacular, recordándonos que las sorpresas pueden estar en los lugares más inesperados.
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